viernes, 15 de julio de 2011

Soy inventor de mi mismo

“Soy inventor de mi mismo porque esa es la tarea que me ha encomendado el señor…”. Ésta es una de las potentes luces que ha alumbrado constantemente mi camino. Quienes ya la han oído sabéis de sobra que es el inicio de una de las muchísimas reflexiones de Facundo Cabral, cantautor argentino que, volviendo a citarlo, “simplemente se nos ha adelantado” para llegar antes en ese “tren de la muerte que cruza por la vida”, en el cual viajamos todos.

Desde pequeño, Facundo Cabral tuvo una vida bastante accidentada, física y emocionalmente, incluso fue perdiendo la visión hasta quedarse ciego, pero le cantaba a la vida como si la viese, entendiese y disfrutase mejor que nadie. Aprendí a escucharlo gracias a uno de los amigos que más quiero y admiro y, coincidentemente, ha sido también él quien me ha informado de su pérdida. Gracias a ambos, es decir, a mi amigo y a Facundo, fue menos difícil para mí superar una de las épocas más duras de mi vida.

Cálido y humano, lleno de humor y de ironía, Facundo fue, digamos, un neo-apóstol de Jesucristo, un apasionado repetidor de Whitman y de la literatura y del arte en general, dúo en los escenarios, amigo de Alberto Cortez y representante de la generación de la trova, así como un ferviente admirador de Gandhi, de la Madre Teresa de Calcuta y de San Agustín

Apenas si había empezado a abrir los ojos a la vida y a su crudeza, cuando mi dilecto amigo, cabe decir, un evangelista (que no sólo evangélico) a carta cabal, apareció en mi vida para refrescarla con sus enseñanzas y para hacerme reflexionar sobre ella y para hacer más llevaderas mis cargas. En muchos de nuestros encuentros, mi amigo y maestro traía consigo en antiguos cassettes la música de Facundo, la cual escuchábamos atentos y complacidos. Fueron muchas las tertulias y veladas disfrutando de sus canciones, riéndonos con su humor, pero sobre todo aprendiendo de sus lecciones de vida y admirando las citas y autores que incluía en su repertorio: de Diógenes a Juan Rulfo, de Mahler a Caravaggio

A pesar de los años transcurridos no he dejado de escuchar a Cabral ni he dejado de continuar aprendiendo de su filosofía de vida. Me he atrevido a hablar de él por todo lo que sus canciones han significado para mí, pero también para compartir sus lecciones con quienes no lo conocen y se toman la molestia de leer mis backups. Por ello, invito a todos y sobre todo a quienes por alguna causa necesitéis de ese pequeño aliento para continuar adelante, a que escuchéis los dos vídeos que aquí os dejo y, si os gusta, continuar escuchándolo en You Tube.

Facundo, gracias por lo que nos dejaste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario