jueves, 7 de julio de 2011

De la mano de Caín y no de la de Abel

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Una persona muy querida ha tenido el acierto de regalarme para mi cumpleaños uno de los últimos libros José Saramago, me refiero a Caín, obra que he acabado de leer con la fruición de siempre pues, como siempre, la ironía, la profundidad y la calidad literaria del escritor luso me ha encandilado nuevamente. La recomiendo a quien desee realizar un paseo bíblico por el Antiguo Testamento desde una perspectiva crítica y de la mano de Caín y no de la de Abel.

Con el estilo que lo caracteriza, el autor realiza una reflexión teológica, moral y filosófica entorno a Dios y al ser humano y, aunque hace años que dejé de hacerme preguntas controvertidas sobre este tema, durante mi lectura no he podido evitar que algunas de ellas vuelvan a surgir, pero esta vez, por supuesto, sin llegar al existencialismo.

Tema delicado el de Dios, complicado, difícil, eterno, infinito... Por ello, me atrevería a afirmar que soy partidario de la confesión "Soy un ateo no practicante", que alguna vez oí o leí. Aunque claro, que Dios me perdone por lo dicho.

Ahora bien, ya con algo más de seriedad, debo hacer una mirada introspectiva, tomar aire, ser honesto y confesar que sí que creo en Dios. Sin embargo, ya no intento como antes explicarme el porqué de su existencia o responder al creciente cúmulo de preguntas que, al respecto, jamás he podido ni podré responder. Sólo creo. Lo siento así y con ello me basta.



Pero... ¿Y las religiones? Pues en este caso sí que creo tener un poco más claras las cosas, ya que pienso que éstas continúan siendo, como decía Marx, el opio del pueblo. Hago uso de mi libertad de expresión para manifestar públicamente que las considero actividades alucinógenas e improductivas y nada más. Sin querer ofender a nadie, pienso que todas ellas son un conjunto interminable de formalidades y prohibiciones triviales encaminadas al cierre de la lógica y del sentido común. Una prescribe que no hay que tomar café, otra prohíbe comer cerdo, otra condena inapelablemente la utilización de la sangre en la ingesta o en el tratamiento médico, otra obliga a las mujeres a llevar "hiyab", otra asegura que Jesús murió así y no así, la de al lado dictamina que si se tiene un mal comportamiento en esta vida en la reencarnación pasará algo similar y así un interminable etcétera.

Es como si no les importara para nada la esencia del ser humano, de las cosas y de la vida, es como si su existencia girase únicamente en torno a las puras formas y apariencias. No digo que no tengan cosas positivas, digo que se centran fundamentalmente en la forma antes que en el contenido. Hablo de monoteístas, politeístas o lo que fuera. Eso es lo que me indigna. Eso es lo que ahora, tras mi lectura, continúa sin caber en mi cabeza, por ello, sin quererlo me he vuelto a preguntar ¿será Dios, el omnisciente Dios, un ser a quien le interesen las formas por sobre todas las cosas, un Dios a quien le interese si hoy hemos comido cerdo o hemos tomado café? Si aceptáramos como verdad consensual que Jesús murió por la redención de los hombres, me digo: ¿qué más dan las circunstancias de su muerte, si fue una crucifixión o con las manos clavadas juntas? ¿Existe en realidad alguien que desee vivir eternamente, no sería eso antinatural y aburridísimo por más perfecto que fuese? ¿Nos daríamos cuenta de la existencia de la felicidad si no existiera la infelicidad? Si intentara escribir todas mis preguntas seguramente acabaría más viejo, más loco y más frustrado que nunca, por eso prefiero dejarlas allí.

Por otra parte, no sé por qué mucha gente justifica la existencia de las religiones argumentando que necesitamos creer en algo o que la sociedad no puede vivir y sobrevivir sin las reglas de moralidad que éstas pregonan. Al respecto, pienso que dichas normas no son patrimonio de las religiones. Creo que los humanos somos seres suficientemente inteligentes para, prescindiendo de ellas, llegar a establecer solidas y armoniosas relaciones, mediante las cuales, valores como el respeto a los demás, la tolerancia, la justicia, etc. nos permitan una vida socialmente equilibrada. Considero que no hay que pertenecer a tal o cual religión, ya que tendríamos lo necesario con más razonamiento, mayor reflexión y suficiente consideración hacia nuestro prójimo. Pienso que miles de años de incivilización bajo el reinado de las religiones así lo demuestran.

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