lunes, 18 de julio de 2011

¿La Suisse en Sechura?

En Ginebra el equilibrio naturaleza-urbanismo es casi perfecto. La estratégica y moderada intervención arquitectónica y del cemento en su paisaje natural se traduce en impresionantes y maravillosas vistas. El hombre ha construido, pero sin destruir.

Aunque debo admitir que no he visitado muchos lugares en el mundo, me atrevería a asegurar que éste es uno de los más bellos. La meticulosidad y cuidado en sus construcciones y la limpieza y orden que lucen sus ciudades son capaces de conseguir que, al pasear por las calles de sus pueblos alpinos por ejemplo, te entren ganas incluso de fotografiar las primorosas casitas de madera que ocultan sus contenedores de basura. No llegas a saber lo que éstas esconden hasta que alguien te lo dice. Vaya ejemplo de civilización.

A fuerza de empeño, trabajo y coraje, el amigo que nos invitó a pasar unos días en la Suisse (aprovecho por cierto la oportunidad para darle nuevamente las gracias a él y a su familia) ha sabido aprovechar las oportunidades que le ha ofrecido este país de paisajes fabulosos y de economía envidiable y ha conseguido ubicarse en este edénico lugar, encontrando allí un sitio que ahora también es suyo. No hace mucho que nos conocemos, pero hemos coincidido en muchísimas cosas, entre las cuales se encuentra nuestra austera procedencia y orígenes en las inhóspitas tierras de la franja costera al norte del Perú.

En uno de los paseos, mientras conducía por una de las carreteras de la campiña de Ginebra, haciendo eco a mis continuos comentarios sobre la belleza y cuidado del paisaje, mi amigo empezó a soñar despierto:

- ¿Por qué no podemos hacer que el desierto de Sechura sea así como esto? –conjeturaba con fiebre en la voz, a la vez que señalaba aquellos campos cultivados a la perfección.

-¿Dinero, inversión, ubicación geográfica, idiosincrasia? –Preguntaba yo intentando disimular mi escepticismo, entretanto que él continuaba soñando, al parecer convencido de lo que decía. La verdad es que yo pensaba más bien en Huaraz, ciudad que por situarse en la Cordillera central andina tiene cierta similitud en el paisaje.

-Sí. Sí ¿Por qué no desalinizamos el agua del mar de Sechura y con ella regamos y cultivamos toda esa tierra desértica, virgen? Lo decía convencido, probablemente pensando en la desalinizadora más grande del mundo que existe en Israel , país del cual es admirador incondicional y en dónde pasó sus últimas vacaciones.
-Por mi madre que yo lo haría ¿Te imaginas, Javi? Mi inversión crearía empleo y desarrollo y… ¿Por qué no, Javi? –Continuaba como si no hubiese escuchado mi escueta pregunta llena de incredulidad.

¿Cultivos en Sechura así como en Suiza? ¿Podría, remotamente, suceder? El deseo de mi compatriota aún suena en mi cabeza… Tras el viaje y ya en casa, conversando con una amiga, quien también ha vivido allí y que casualmente tiene una hermana residiendo en este pequeño gran país, comentábamos: ¿Qué será, qué será…? ¿Dónde radica el verdadero impulso? ¿Qué tienen los suizos (y suizas), que no tenemos nosotros? ¿Es su historia y coyuntura? ¿Es su liderazgo en la UE?

En mi modesta opinión, somos tan inteligentes y educados como ellos, tan trabajadores como ellos y podríamos ser tan limpios, cuidadosos, etc., como ellos. Un claro ejemplo son precisamente estos compatriotas que han emigrado y viven totalmente integrados en este maravilloso país. No somos ni menos ni más que ellos, simplemente somos diferentes a causa del número y calidad de las oportunidades sociales y económicas. En otras palabras, creo que es una suerte nacer y vivir en uno de estos países. A quien le toca, le toca, vamos, como la lotería. Pienso que si hiciéramos el experimento de llevar a un niño nacido en Suiza a cualquier pueblo sin oportunidades, poco o nada podría hacer para cambiar su vida futura. Si sucediera a la inversa, pienso que pasaría lo mismo. El niño crecería en medio de muchísimas oportunidades y, por tanto, aprovecharlas o no se convertiría en un asunto más personal y familiar, que social propiamente dicho.

Más cosas para reflexionar. Como en la vida nada es completo, también me he quedado pensando en una de las conversaciones que, a propósito del tema, mantuve con una suiza (parte de la nueva familia de mi amigo), quien me comentaba sobre el altísimo índice de suicidios que azota al país alpino. Ella lo atribuía, entre otras cosas, al profundo sentimiento de soledad que experimentan las personas en este tipo de sociedades.

Zona residencial "El Pinar" Wikipedia
Es verdad, nada es completo, pero cuando una persona que ha residido en una sociedad desarrollada (la Suiza por ejemplo) vuelve como visitante a su país de origen (el Perú por ejemplo), por lo general, ya no desea quedarse allí, por más suicidios que muestren las estadísticas de su nuevo país de residencia. Casualmente, cuando un nativo de un país desarrollado visita un país pobre, tampoco suele ser común que desee quedarse, por más exótico que le parezca. Repito que hablo de forma general y no de excepciones. Evidentemente, a pesar de los suicidios, de la frialdad del clima o de las costumbres menos “cálidas”, en los países desarrollados es posible tener una mejor calidad de vida.

Pero el sueño de mi amigo continuará siendo un sueño ¿Podremos algún día materializarlo de alguna manera?

2 comentarios:

  1. ¿Desalinizadoras? Hay varias, pero se encuentran en mal estado. Recuerdo que cuando trabajaba el Alto Talara, el ejército nos vendía agua supuestamente tratada, que solo servía para el trabajo de construcción, o sea que era imposible pensar en ella para el consumo humano. Incluso si te bañabas con ella, el pelo y la piel te quedaban super maltratados.

    El Perú es un país con una diversidad geográfica envidiable, pero con sueldo mínimos de 200 dólares y sin las oportunidades de las que hablas, no podemos llegar a cumplir estos sueños, yo quisiera tener y construir ese tipo de arquitectura, pero son solo sueños. Ojalá que algún día se haga realidad y mis hijas puedan disfrutarlo. Lo digo porque no quisiera que vivan con sus familias con limitaciones que son
    Esenciales: educación, vivienda, salud, trabajo...

    Si pensamos empezar a cambiar debemos tener en cuenta esto todos, no solo yo. La vida se ve diferente desde estos lugares (países), donde se pelea y se trabaja mucho para lograr superarse, pero se consigue.

    Aquí nuestra realidad es otra y si hablamos de Sechura es solo un ejemplo donde estos políticos irresponsables recibieron 1 millón de dólares (la comunidad campesina San Martin de Sechura) parte de compensación de la licencia social (por ser propietarios históricos) que ellos otorgan a VALE, empresa brasileña que actualmente explota los ricos yacimientos de fosfatos en esta parte del Perú.

    Es una pena que con este dinero se haya hecho muy poco o casi nada por mejorar las condiciones, porque se comenzaron a matar y hasta ahora hay problemas.

    Dime tú ¿es que acaso así fuimos siempre los indios cholos peruanos o es que la sangre con la cual nos mezclamos nos cambio para pasar a ser de una sociedad guerrera, trabajadora… a una sociedad de ociosos, envidiosos, ladrones, etc. Respóndeme, no soy bueno escribiendo como tú, pero permíteme expresarme y gracias por hacerlo.

    Que dios te bendiga Javi, gracias por ser mi amigo y algún día nos veremos. Recuerda que soy tu amigo que te quiere siempre.

    Tu amigo PEPE

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  2. Asi es querido primo, opino que el humano tiende a una naturaleza de desarrollo integral ¿utopía? tal vez por eso nunca está conforme. De otro lado, estoy convencido de que no solo la familia, la escuela o la sociedad influye en como son los individuos y sus sociedades, también la geografía, el clima y los entornos lo hacen decididamente en las conductas que determinan la vision de desarrollo o evolución. El Perú es un pais geográficamente maravilloso, pero esta es tambien su dificultad para integrarse como una verdadera Nación. A pesar de esto,estoy seguro que seríamos felices si pudieramos disfrutar de un cebichito frente a Mancora o un choclazo en el Cusco, unas chelas en la esquina despues del fulbito... Suiza? toda está lejos
    Ramiro Antonio López Otero

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